Un gran maestro que se fue


Cuando los grandes hombres mueren se convierten en mitos. No hay necesidad de aparentar una presencia de héroe caído, porque es en los artistas en donde la fragilidad condiciona su calidad artística. Es así que un hombre delicado, con labio leporino, que fue reconstruido después, puede alzarse como una estatua más en el gran panteón de las letras Americanas. John Updike fue el escritor que nos enseño a encontrar personajes cotidianos, como su famoso Harry “Conejo” Ángstrom e identificarnos con sus sueños y fracasos. A conocer los grandes cambios de epoca y mentalidades. Un personaje que convirtió la historia americana del siglo xx en una épica personal llena de grandes momentos. Que convirtió al hombre promedio en un abanderado de los cambios de su sociedad ya sea como protagonista o disidente.

Creador de una obra brillante, Updike perteneció a una gran generación donde todos aspiraban al Nobel, concediendose solo a uno: Saul Bellow. Normal Mailler y Philip Roth completarian esa generación que sucederia a la de John Cheever y J.D. Salinger en lo que corresponde a la descripción de la sociedad americana y el vivo papel que ocuparía den el “New Yorker”.

Updike nunca busco la fama ni la popularidad, fue más bien de temperamento reservado, pero su prosa en cambio, llena de elementos importantes en lo que se refiere a la belleza de la frase también supo de descripciones que aunaron el erotismo y la critica política.

Su cuerpo no pudo soportar más el cancer de pulmón que terminó venciéndolo, la mañana del martes a los 76 años de edad. Así se pierde al que hubiera sido un merecido Nobel, pero a la vez inmortaliza a uno de los escritores del siglo xx. Descanse en paz maestro. El conejo se detiene, ya no puede correr.


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